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Hello!
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Señor,
Howard, habla el jefe de la operación secreta “Día Cero”, de Chile –dijo el
sujeto alejándose de la puerta de la oficina, como temiendo que alguien lo
pudiese estar escuchando.
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Ah, Mister
Larraín, muy buenas noches –dijo el hombre con tono serio y con ese español
atropellado que hablan los gringos-. Hable con toda confianza, ya sabe que esta
es la línea segura. ¿Ha habido algún inconveniente en la operación?
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No,
señor, ninguna –se defendió de forma instintiva el dueño verdadero de la
compañía de distribución de equipos computacionales TecnoAdvance, (compañía que
había traspasado a una persona cercana a él mientras estuviera en el ministerio
de Transportes y Telecomunicaciones-. Todo ha salido según lo planeado. Los
nuevos recuerdos han sido implantados en las personas. Sus informáticos han
hecho un buen trabajo. Se está monitoreando vía satélite para verificar si hay
alguna anomalía, pero es rutina más que nada. Hemos intervenido las cámaras de
vigilancia de los bancos y de las principales instituciones financieras y casas
comerciales para vigilar en esos lugares si es que hay personas con algún tipo
de confusión. Pero en estas primeras horas, los cientos de agentes que hemos
puesto en los principales lugares nos han entregado un balance positivo.
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Perfecto,
ha salido de las mil maravillas, entonces. Nada mal tomando en cuenta que se ha
hecho todo por la señal de Alta Definición de los canales televisivos abiertos.
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Así
es señor. Estaremos monitoreando durante tres semanas, al cabo de las cuales le
enviaré un informe detallado de la operación y sus resultados.
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¡Magnífico,
excelente! Y ya sabe lo que debe hacer en caso de encontrar anomalías.
Recuerde, señor Larraín, que no debe haber testigos. No podemos arriesgarnos.
Nuestro futuro como potencia armada y vuestra estabilidad económica son las que
están en juego. Desde hoy en adelante nuestros países son aliados. Si algo de
esto se llega a filtrar y algún país vecino suyo se entera, toda la operación
podría estar en riesgo y terminar en una catástrofe internacional.
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Está
todo muy claro, señor Howard. Le aseguro que no hay testigos y si los hubiese,
los encontraremos y solucionaremos el problema.
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Excelente.
Cualquier cosa ya sabe que no importa la hora, sólo llame.
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Así
será, señor Howard, hasta pronto.
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Hasta
pronto, señor Larraín.